Todo el que disfruta cree que lo que importa del árbol es el fruto, cuando en realidad es la semilla. He aquí la diferencia entre los que creen y los que disfrutan.
Friedrich Nietzsche
Los años pasan, pero no del mismo modo para todas las personas.
Todo depende de cuánto hayas crecido, de hasta dónde hayan llegado tus ramas. Los años pasan, si, pero se parecen en mucho al viento, que arrastra situaciones y enseñanzas. Pero somos nosotros los que, con nuestras ramas, debemos intentar atrapar el mayor numero de éstas enseñanzas. Aprender, crecer, vivir. En eso nos parecemos un poco a los árboles.
Y existe gente así, personas árbol, que crecen. Los hay que son arbustos, los hay que son fuertes como robles, estirados como cipreses. También están las plantas trepadoras, que abrazan a los árboles más fuertes y en ese mismo gesto crecen ellos mismos. Los hay de hoja caduca, que se debilitan según la estación del año, que lloran con facilidad en invierno porque se sienten más débiles. Y también los hay de hoja perenne, como los pinos, con sus hojas trenzadas que dan cobijo a pájaros y animales. Algunos tienen un fruto dulce, como el peral, amargo como el limonero o duro pero sabroso como el nogal. Somos un bosque de personas, cada una creciendo en su trocito de tierra.
Hay que crecer, hay que hacer que nuestras ramas atrapen el paso del tiempo, que retengan para nosotros esas cosas importantes que el paso de los años arrastra si no logramos cogerlas a tiempo. Crecer para vivir, ésa es la clave.
Y eres tu quien elige ser arbusto o árbol.
Todo depende de cuánto hayas crecido, de hasta dónde hayan llegado tus ramas. Los años pasan, si, pero se parecen en mucho al viento, que arrastra situaciones y enseñanzas. Pero somos nosotros los que, con nuestras ramas, debemos intentar atrapar el mayor numero de éstas enseñanzas. Aprender, crecer, vivir. En eso nos parecemos un poco a los árboles.
Y existe gente así, personas árbol, que crecen. Los hay que son arbustos, los hay que son fuertes como robles, estirados como cipreses. También están las plantas trepadoras, que abrazan a los árboles más fuertes y en ese mismo gesto crecen ellos mismos. Los hay de hoja caduca, que se debilitan según la estación del año, que lloran con facilidad en invierno porque se sienten más débiles. Y también los hay de hoja perenne, como los pinos, con sus hojas trenzadas que dan cobijo a pájaros y animales. Algunos tienen un fruto dulce, como el peral, amargo como el limonero o duro pero sabroso como el nogal. Somos un bosque de personas, cada una creciendo en su trocito de tierra.
Hay que crecer, hay que hacer que nuestras ramas atrapen el paso del tiempo, que retengan para nosotros esas cosas importantes que el paso de los años arrastra si no logramos cogerlas a tiempo. Crecer para vivir, ésa es la clave.
Y eres tu quien elige ser arbusto o árbol.
fuente: no lo recuerdo

No hay comentarios.:
Publicar un comentario